Utta Gayer había quedado con su amiga Annevi Peterson en una cafetería de Drottniggatan para tomar un helado, mientras su hijo Glen toqueteaba el móvil de su madre sentado en el carrito de bebé a su lado, en el momento en que Suleyman, un refugiado sirio recién llegado a Estocolmo, cruzaba la puerta del establecimiento para dirigirse a la mesa con el servicio. Un ruido ensordecedor congeló la escena un segundo antes de que gritos, polvo, el servicio con el mesero y el carrito con el niño volaran por los aires. Para siempre. John Mirror se quedó mirando su Samsung de última generación esperando un 'yo también' al wassap que acababa de enviar a su prometida, Aysha, -I 💘 U- mientras ésta se acercaba caminando por el puente de Westminster hacia Fortum and Mason, para tomar el preceptivo té de las cinco. Nunca recibió respuesta. Su estado marca conectado por última vez el 22 de marzo,14.40. Para siempre. Analuzbel Diosdado no pudo pegar ojo en toda la noche repasando el
No me gusta que digan que las rubias somos tontas. Aunque yo nunca afirmé que lo fuera. Rubia, me refiero.